martes, 22 de febrero de 2011

La verdadera historia de los Yelmos Azules

La verdadera historia de Yelmos Azules se inicia con la aparición de Hedelsi, el demonio con alma. Su penitencia de vagar por la eternidad como un demonio que se redime poco a poco para pagar sus faltas cometidas en el pasado por medio de la lucha contra la injusticia, era una deuda personal con la que tenía que convivir día a día. Pero él amplió ese horizonte al conocer a los nuevos camaradas de ese entonces en el otro lado del espejo: Drognar, Kane y Leedskalnin. Cada uno de ellos conocido por él en diferentes circunstancias y lugares. Y de esas distintas fuerzas que confluyeron en primera instancia nacieron Los Yelmos Azules como clan, cuya misión inicial era la más difícil en una tierra plagada por las guerras: hacer respetar los tratados (llámense NAP o similares). Un ojo vigilante encargado de castigar al traidor y de socorrer al abusado. Fue así que por el camino se iban reclutando guerreros que quisieran luchar por esa causa que luego no se pudo sostener al pie de la letra en un mundo en donde la palabra "Paz" es sinónimo de debilidad. La cúpula que dirigía a las tropas se llamó El Trípode sobre el cual se apoyaba el nombre de Hedelsi. Luego, por su descatada participación se unió a ella un elfo muy diestro en el campo de batalla: Zastrapa. Era tal su habilidad y su buen trato que se llegó a creer que era el antiguo y buen Jerarca Sergio disfrazado en las batallas. Después de ello, muchas cosas pasaron, El Trípode tomó un rumbo distinto y Hedelsi se volvió un espíritu. ¿Habrá sido esa una nueva penitencia por no poder hacer que todos cumplan con sus tratados? Es posible, porque de él no se sabe nada desde hace mucho tiempo. Quizás vuelva cuando su desconocido y mágico juez o deidad, le perdonen el no haber concretado la noble misión que él mismo quiso ampliar a la que ya tenía a nivel personal. Mientras tanto, Kane y muchos camaradas vuelven para reclamar lo que nunca dejó de ser parte de ellos: el buen nombre y el estandarte de Los Yelmos Azules. Su señor Hedelsi no ha muerto en sus corazones, sigue siendo una inspiración.